Historia

Resulta todo un reto para el historiador del arte enfrentarse a un edificio tan complejo como la Ermita de San Juan de Letrán de Ubrique. De autor desconocido, ha pasado por diversos y traumáticos avatares a lo largo de su historia, de modo que nos ha llegado con una constitución física radicalmente distinta de la que presumiblemente tuvo en su origen.

Igualmente escasean (o no existe en absoluto en ningún caso) la documentación y las fuentes de información escritas sobre este monumento. Y, sin embargo, su soberbia e imponente fachada continúa sobrecogiendo hoy en día al espectador que, intrigado, se pregunta qué tipo de grandioso templo hubo de tener su acceso bajo el gran arco triunfal que se alza en la Plaza de San Juan. Una fachada, por cierto, absolutamente excepcional desde el punto de vista artístico, ya que toma su modelo nada menos que de uno de los grandes iconos del Renacimiento arquitectónico italiano: la iglesia de San‘t Andrea, en Mantua, obra del genial arquitecto León Battista Alberti. San Juan de Letrán se convierte así en una obra artística de gran valor, por ser el único templo español que reproduce dicha fachada.

La fachada se articula en tres calles separadas por pilastras de orden toscano colosal, apeadas sobre plintos que forman un zócalo, las cuales abarcan las dos alturas de vanos y sustentan un breve y sencillo ático. La calle central es el triple de ancha que las laterales y acoge un gran arco triunfal rehundido, en el fondo del cual se abriría la primitiva portada, hoy modificada y oculta. Las calles laterales se organizan, de abajo a arriba, en un vano con arco de medio punto, un medallón rehundido y otro vano adintelado, bajo el que corre una cornisa que se prolonga.

Carece de ornamentación alguna aparte de la descrita, ya que incluso la elección del orden toscano resulta determinante a la hora de definir el carácter sobrio y elemental de esta composición. Las cornisas, tanto las del ático como la que separa los dos cuerpos de la fachada, son de la mayor simplicidad. Como elementos propios de la profunda reforma sufrida por el edificio durante su etapa como vivienda particular, hay que resaltar especialmente la actual puerta de acceso, un simple vano adintelado abierto en un muro que cierra la mitad inferior del primitivo arco triunfal, ocultando así la portada original, y la gran balconada practicada al cobijo de la gran rosca de dicho arco, con una reja y otro vano adintelado de acceso similar al anterior.

Otro de los aspectos reseñables de San Juan de Letrán es su curiosa planta octogonal. Este polígono es de los menos frecuentes en la historia de la arquitectura religiosa, y los casos de edificios completos cuya planta presenta esta forma geométrica son contados y, casi siempre, bien conocidos.

Esta obra, de fecha desconocida, en el siglo XVII albergó a distintas hermandades y, hacia 1660 se estableció en ella la comunidad de capuchinos. Estuvo abierta al público al menos, hasta 1815.

En las desamortizaciones de bienes religiosos paso a manos particulares, quedando desvinculada de la Iglesia y pasando a manos privadas, siendo adquirida por la familia Vegazo. Sus nuevos propietarios acometieron una profunda reforma en el edificio con el objeto de convertirlo en su vivienda privada. El Padre Sebastián menciona como propietario coetáneo (1944) a Francisco Vegazo Mancilla. Ya en el siglo XX el inmueble fue adquirido por el Ayuntamiento de Ubrique, siendo restaurado y transformado en Centro de Interpretación de la Historia de Ubrique.

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